sábado, 2 de julio de 2016

Diamantes

El diamante cebra de Timor (Taeniopygia guttata), también conocido como diamante mandarín o pinzón cebra, es una especie de ave paseriforme originaria de Australasia, característica por su plumaje de suave color crema y pico y patas de fuerte color rojizo. Hay dos subespecies de diamante mandarín: Taeniopygia guttata guttata, de tamaño más pequeño, que habita en las islas Menores de la Sonda, en Indonesia, y Taeniopygia gutatta castanotis, que se encuentra en Australia continental y es de tamaño más grande.
Disribución y hábitat.
Se distribuye por las islas Menores de la Sonda, tales como las de Sumba, Flores, Timor y otras de más reducida especie. La subespecie australiana se halla presente en buena parte del continente, especialmente en la región seca del interior. No se encuentra en las húmedas selvas lluviosas de las zonas costeras.

Comportamiento.
El diamante mandarín es un pájaro muy sociable y es posible verlo formando bandadas compuestas por parejas cuyo número oscila entre las 25 y las 100.
La disponibilidad de agua en superficie constituye un factor crucial en la estructura de su forma de vida, ya que se mantienen lo más cerca posible de los puntos en que se encuentra. El diamante mandarín se ha adaptado muy bien a las tierras áridas y, como consecuencia de ello, es capaz de beber agua con un contentido mucho más elevado en sal que la mayoría de las demás especies. Asimismo también cuenta con la capacidad de retener el agua, lo cual hace posible que esta especie pueda resistir durante largos periodos de tiempo sin beber.
El diamante mandarín, junto con otras especies exóticas que consiguen sobrevivir en condiciones propias del desierto, bebe sumergiendo el pico en el agua y succionándola, de un modo parecido a las palomas. Esto les permite beber con mayor rapidez e igualmente aprovechar las pequeñas gotas depositadas en la vegetación, en los recovecos de las rocas y en otros puntos que no serían tan fáciles de alcanzar si se hiciera uso de los métodos convencionales propios de otros pájaros.
Canto.
Es un ave muy bulliciosa, su canto es un fuerte "beep", muy parecido a cuando se hace sonar un patito de goma, que sonando repetidamente conforma una canción con cierto grado de complejidad. Cada ave tiene un canto distinto, aunque diamantes de la misma línea sanguínea exhibirán cantos parecidos.
El diamante mandarín macho comienza a cantar en la pubertad. Su canto empieza con algunos sonidos sueltos, pero a medida que crece se va perfeccionando. Durante ese proceso irá aprendiendo sonidos de su entorno, muchas veces usando el canto de su padre o de otros machos adultos.
Morfología.
La diferencia entre el macho y la hembra reside, como en otras muchas especies de ave, en los colores. Mientras que la hembra tiene los colores más apagados, el macho posee unos colores más vivos. La característica más común de los machos son dos coloretes que aparecen junto a las "lágrimas", las cuales están presentes también en la hembra.
Cría.
En las regiones áridas del interior de Australia la lluvia no tiene carácter estalcional, como sucede en el caso de las zonas costeras, y resulta totalmente impredecible cuánto aparecerá. Como resultado de esta situacion, el diamante mandarín se ve condicionado por la meteorología, y debido a esta circunstancia, comienza a construir su nido tan pronto como empieza a llover. este ciclo se halla tan ligado a las precipitaciones que la especie puede llegar a tener dos o tres puestas en un año o, por el contrario, no realizar ninguna si no llega la lluvia. El vínculo que une a la pareja es fuerte, y se establece para toda la vida.
Construcción del nido.
Las lluvias darán lugar a que hagan su aparicion las plantas gramíneas, con las que se alimenta el diamante mandarín. La aparición de esta planta indica el comienzo de la construcción de los nidos.
En aquellos lugares en que la disponibilidad de agua es más segura a lo largo de todo el año, es la hembra la que construye el nido, mientras que el macho transporta los materiales. Tratándose de la parte interna ambos contribuyen a su acabado, lo cual se debe a imprimir cierta celeridad al ciclo de cría.
Los puntos elegidos para instalar el nido varían, aunque suelen estar en arbustos espesos, en los huecos existentes entre los árboles, termiteros, postes e incluso grandes nidos constituidos por ramaje y previamente ocupados por aves de presa.
La parte externa del nido se halla formada por ramitas o raíces, que derivan hacia otras de tipo más suave y de menor dimensión a medida que se van acercando al punto en el que tendrá lugar la cría, el cual se halla recubierto de plumas, briznas de hierba, pelos de conejo y cualquiero otro material que la pareja haya podido conseguir. El nido puede estar rematado por una cúpula, pero también puede que carezca de cubierta.
Huevos.
El número de huevos de una puesta puede estar entre los 3 y los 7. Son de color blanco puro y su tamaño es variable, incluso dentro de una misma puesta, pero el tamaño medio ronda los 15 mm.
 
Incubación.
Los huevos son incubados por ambos progenitores, que los incuban por turnos de aproximadamente una hora y media. Cada uno de ellos abandona el nido al oir el canto de llamada de su pareja cuando ésta se aproxima, y de este modo el relevo no iene lugar en el interior. Durante la noche ambos pájaros permanecen dentro. La incubación generalmente se inicia una vez puesto el cuarto huevo, y dura entre 12 y 15 días, lo cual depende de la temperatura reinante.
Emancipación.
Los jóvenes polluelos crecen con mucha rapidez, generalmente se hallan en condiciones de abandonar el nido al alcanzar las tres semanas de edad. Regresan sin embargo de forma continuada a pasar la noche junto a sus padres, quienes singuen alimentándolos hasta que tienen diez días más, en cuyo momento ya son independientes.
En dicho instante pueden abandonar el nido para buscar su propio lugar en el que poder pasar la noche, o también cabe que utilicen el nido de sus padres si la hembra decide que querría uno nuevo para su próxima puesta.
La muda.
Los ejemplares jóvenes de diamante mandarín comienzan su muda al llegar a la edad de 8-9 semanas y finaliza después de que haya transcurrido un periodo de 4-7 semanas, lo cual supone que se hallan en condiciones de cría en el ámbito silvestre tras cumplir los tres meses aproximandamente.
Sociabilidad.
El diamante mandarín es extremadamente sociable y de ello tienen clara percepción los que integran una comunidad. Se visitan mutuamente en sus nidos sin que surja ningún problema pero no toleran la presencia de otros ejemplares de su misma especie si provienen de otra comunidad. Muestran gran valentía en la defensa de sus nidos contra los miembros de otras especies, incluso aquellos que cabe que sean de tamaño algo mayor que ellos.
Son muy cautos y no permiten que las personas se les acerquen a distancias muy cortas como en el caso de los otros pájaros. Se han adaptado, sin embargo, a la vida urbana y es posible encontrarlos en torno a muchos asentamientos humanos, donde se aprovechan en plena forma de los cultivos agrícolas y de la disponibilidad de agua.
Alimentación. 
Las gramíneas constituyen la base de la dieta del diamante mandarín. Sus semillas son recogidas en el suelo o bien picoteadas en vuelo directamente de la planta, no sabiéndose de caso alguno en que se hayan aferrado a ellas como es habitual en muchas otras especies. Consumen semillas tanto de plantas nativas como introducidas y también ingieren un reducido número de diversos insectos, incluidas las termitas.