El diamante cebra de Timor (Taeniopygia guttata), también conocido como
diamante mandarín o pinzón cebra, es una especie de ave paseriforme
originaria de Australasia, característica por su plumaje de suave color
crema y pico y patas de fuerte color rojizo. Hay dos subespecies de diamante mandarín: Taeniopygia guttata guttata,
de tamaño más pequeño, que habita en las islas Menores de la Sonda, en
Indonesia, y Taeniopygia gutatta castanotis, que se encuentra en
Australia continental y es de tamaño más grande.
Disribución y hábitat.
Se distribuye por las islas Menores de la Sonda, tales como las de
Sumba, Flores, Timor y otras de más reducida especie. La subespecie
australiana se halla presente en buena parte del continente,
especialmente en la región seca del interior. No se encuentra en las
húmedas selvas lluviosas de las zonas costeras.
Comportamiento.
El diamante mandarín es un pájaro muy sociable y es posible verlo
formando bandadas compuestas por parejas cuyo número oscila entre las 25
y las 100.
La disponibilidad de agua en superficie constituye un factor crucial en
la estructura de su forma de vida, ya que se mantienen lo más cerca
posible de los puntos en que se encuentra. El diamante mandarín se ha
adaptado muy bien a las tierras áridas y, como consecuencia de ello, es
capaz de beber agua con un contentido mucho más elevado en sal que la
mayoría de las demás especies. Asimismo también cuenta con la capacidad
de retener el agua, lo cual hace posible que esta especie pueda resistir
durante largos periodos de tiempo sin beber.
El diamante mandarín, junto con otras especies exóticas que consiguen
sobrevivir en condiciones propias del desierto, bebe sumergiendo el pico
en el agua y succionándola, de un modo parecido a las palomas. Esto les
permite beber con mayor rapidez e igualmente aprovechar las pequeñas
gotas depositadas en la vegetación, en los recovecos de las rocas y en
otros puntos que no serían tan fáciles de alcanzar si se hiciera uso de
los métodos convencionales propios de otros pájaros.
Canto.
Es un ave muy bulliciosa, su canto es un fuerte "beep", muy parecido a
cuando se hace sonar un patito de goma, que sonando repetidamente
conforma una canción con cierto grado de complejidad. Cada ave tiene un
canto distinto, aunque diamantes de la misma línea sanguínea exhibirán
cantos parecidos.
El diamante mandarín macho comienza a cantar en la pubertad. Su
canto empieza con algunos sonidos sueltos, pero a medida que crece se va
perfeccionando. Durante ese proceso irá aprendiendo sonidos de su
entorno, muchas veces usando el canto de su padre o de otros machos
adultos.
La
diferencia entre el macho y la hembra reside, como en otras muchas
especies de ave, en los colores. Mientras que la hembra tiene los
colores más apagados, el macho posee
unos colores más vivos. La característica más común de los machos son
dos coloretes que aparecen junto a las "lágrimas", las cuales están
presentes también en la hembra.
Cría.
En las regiones áridas del interior de Australia la lluvia no tiene
carácter estalcional, como sucede en el caso de las zonas costeras, y
resulta totalmente impredecible cuánto aparecerá. Como resultado de esta
situacion, el diamante mandarín se ve condicionado por la meteorología,
y debido a esta circunstancia, comienza a construir su nido tan pronto
como empieza a llover. este ciclo se halla tan ligado a las
precipitaciones que la especie puede llegar a tener dos o tres puestas
en un año o, por el contrario, no realizar ninguna si no llega la
lluvia. El vínculo que une a la pareja es fuerte, y se establece para
toda la vida.
Construcción del nido.
Las lluvias darán lugar a que hagan su aparicion las plantas gramíneas,
con las que se alimenta el diamante mandarín. La aparición de esta
planta indica el comienzo de la construcción de los nidos.
En aquellos lugares en que la disponibilidad de agua es más segura a lo
largo de todo el año, es la hembra la que construye el nido, mientras
que el macho transporta los materiales. Tratándose de la parte interna
ambos contribuyen a su acabado, lo cual se debe a imprimir cierta
celeridad al ciclo de cría.
Los puntos elegidos para instalar el nido varían, aunque suelen estar en
arbustos espesos, en los huecos existentes entre los árboles,
termiteros, postes e incluso grandes nidos constituidos por ramaje y
previamente ocupados por aves de presa.
La parte externa del nido se halla formada por ramitas o raíces, que
derivan hacia otras de tipo más suave y de menor dimensión a medida que
se van acercando al punto en el que tendrá lugar la cría, el cual se
halla recubierto de plumas, briznas de hierba, pelos de conejo y
cualquiero otro material que la pareja haya podido conseguir. El nido
puede estar rematado por una cúpula, pero también puede que carezca de
cubierta.
Huevos.
El número de huevos de una puesta puede estar entre los 3 y los 7. Son
de color blanco puro y su tamaño es variable, incluso dentro de una
misma puesta, pero el tamaño medio ronda los 15 mm.
Incubación.
Los huevos son incubados por ambos progenitores, que los incuban por
turnos de aproximadamente una hora y media. Cada uno de ellos abandona
el nido al oir el canto de llamada de su pareja cuando ésta se aproxima,
y de este modo el relevo no iene lugar en el interior. Durante la noche
ambos pájaros permanecen dentro. La incubación generalmente se inicia
una vez puesto el cuarto huevo, y dura entre 12 y 15 días, lo cual
depende de la temperatura reinante.
Emancipación.
Los jóvenes polluelos crecen con mucha rapidez, generalmente se hallan
en condiciones de abandonar el nido al alcanzar las tres semanas de
edad. Regresan sin embargo de forma continuada a pasar la noche junto a
sus padres, quienes singuen alimentándolos hasta que tienen diez días
más, en cuyo momento ya son independientes.
En dicho instante pueden abandonar el nido para buscar su propio lugar
en el que poder pasar la noche, o también cabe que utilicen el nido de
sus padres si la hembra decide que querría uno nuevo para su próxima
puesta.
La muda.
Los ejemplares jóvenes de diamante mandarín comienzan su muda al llegar a
la edad de 8-9 semanas y finaliza después de que haya transcurrido un
periodo de 4-7 semanas, lo cual supone que se hallan en condiciones de
cría en el ámbito silvestre tras cumplir los tres meses
aproximandamente.
Sociabilidad.
El diamante mandarín es extremadamente sociable y de ello tienen clara
percepción los que integran una comunidad. Se visitan mutuamente en sus
nidos sin que surja ningún problema pero no toleran la presencia de
otros ejemplares de su misma especie si provienen de otra comunidad.
Muestran gran valentía en la defensa de sus nidos contra los miembros de
otras especies, incluso aquellos que cabe que sean de tamaño algo mayor
que ellos.
Son muy cautos y no permiten que las personas se les acerquen a
distancias muy cortas como en el caso de los otros pájaros. Se han
adaptado, sin embargo, a la vida urbana y es posible encontrarlos en
torno a muchos asentamientos humanos, donde se aprovechan en plena forma
de los cultivos agrícolas y de la disponibilidad de agua.
Alimentación.
Las gramíneas constituyen la base de la dieta del diamante mandarín. Sus
semillas son recogidas en el suelo o bien picoteadas en vuelo
directamente de la planta, no sabiéndose de caso alguno en que se hayan
aferrado a ellas como es habitual en muchas otras especies. Consumen
semillas tanto de plantas nativas como introducidas y también ingieren
un reducido número de diversos insectos, incluidas las termitas.